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viernes, 19 de diciembre de 2008

Domingo

Despertó aunque sus ojos pesaran mucho todavía.
En el fondo se oía una cuchara girando en una taza. Abrió los ojos y tras la puerta abierta pudo observarla leyendo el periódico con la luz de un Sol que sólo alumbra de esa manera un domingo al mediodía.
Se sentó sobre la cama y se quedó allí observándola. Su cara fresca y limpia, los ojos recién despiertos, su piel lozana.
Se levantó y se sintió más liviano. Caminó hacia ella sin poder descifrar si estaba despierto o seguía soñando.
Se sentó frente a ella.
Ella levantó los ojos, sonrió en el segundo más largo y volvió al periódico.
Los ojos de él se desviaron hacia la ventana que mostraba la ciudad con sus calles vacías y aquella luz de un Sol que sólo alumbra de esa manera un domingo al mediodía acompañado de la sonrisa de ella.

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