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miércoles, 27 de enero de 2010

Paseo inmortal

Caminaremos a orillas del río más marrón y estancado que puedas conocer, mientras las pocas almas fantasmas que quedan a estas horas en esta inmensa ciudad nos miran como a los monos de un circo, de este circo de luces, ascensores, avenidas, oficinas, y un cielo gris que sólo cambia para convertirse en negro por las noches. Noches como ésta, más negra que los ojos del diablo que trajo este vino a nuestras manos. Y entre palabras que sólo salen a ciertas horas y con ciertos venenos, entre cantos y pasos bailarines, entre miradas mplices, empezaremos a ver cómo lentamente se despierta la ciudad, que dormida es un ángel silencioso, con suspiros de colectivos, hasta que los primeros rayos encandilan sus ojos de vidrio y metal. Y es entonces ahí cuando su ejército de hormigas se levanta maldiciendo su rutina y descubre en el espejo un hombre envejecido por el humo. Y luego subirán a sus coches, sus taxis, sus colectivos sin saber que aunque hagan siempre el mismo recorrido, es el camino que los va a alejando de su vida. Entonces nos sentaremos en una plaza, viendo el desfile de trajes muertos y sonreiremos al ver que nuestra piel no es de vestir y que no tenemos una horca elegante rodeando nuestro cuello.